Agentes culturales comunitarios. Los desafíos.


Texto leído por Alejandra Correa en una charla en el marco del IV Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares, organizado por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares /CONABIP, septiembre de 2013. Junto a Marisa Negri y Tom Lupo, en Tecnópolis.

Propuestas participativas para bibliotecarixs

A partir de la experiencia de llevar adelante desde 2010 el Programa Poesía en la Escuela con el que ya realizamos cuatro festivales en la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, de los que calculamos han participado 7000 personas, nuestra propuesta para ustedes es transformar la biblioteca popular, la biblioteca escolar, la zona de lectura de cualquier institución, en un motor que genere proyectos participativas para la comunidad.

Para ello sabemos que tenemos que pensar en varias direcciones.

En primer lugar: Un bibliotecario es, sin dudas, un agente cultural. Como tal tiene una sensibilidad especial para entender lo que sucede en su comunidad. Todo agente cultural tiene esa particularidad: nota lo que hace falta a su comunidad, lo que puede ser mejorado. Puede ser un proyecto que despierte a los niños y jóvenes de la modorra, que sacuda a las señoras camino del mercado, que integre a los ancianos y a los niños en una propuesta creativa. Entonces, nuestro primer consejo es que le presten oídos a eso que ustedes creen que “hace falta”. 

Si estamos aquí hoy reunidos es porque todos en alguna medida, creemos que hace falta leer poesía. Y proponerles a otros que lo hagan. E incluso la escriban, la experimenten, jueguen, se entusiasmen con esa dimensión lúdica de la palabra, con las posibilidades creativas que propone esta búsqueda. Por eso lo que mi compañera les dio fueron algunas fórmulas de cómo programar actividades participativas en la comunidad.

En segundo lugar. Habiendo detectado la necesidad, un agente cultural enseguida empieza a hablar de eso con su entorno. ¿No te parece que estaría bueno proponer una actividad con los chicos del barrio que podría ser un taller donde se pueda leer y escribir poesía? Enseguida obtendrá respuestas. En algunas de ellas habrá otras miradas interesantes para rescatar. Siempre hay alguien que suma a la idea inicial enriqueciendo la propia idea.


Además hay que ser pícaro. Cuando aceptamos que otro enriquezca nuestra idea, lo estamos involucrando para que participe de ella. Y nosotros necesitamos crear un núcleo de producción para nuestro nuevo proyecto.

En tercer lugar se trata de reunir. Existe una necesidad en mi comunidad, existe una idea y existen personas dispuestas a participar de ella. Es decir, ya tengo la mitad del camino ganado. Sin embargo, siempre está ese pequeño temita de los recursos. A veces un proyecto hacia la comunidad sólo requiere de un grupo de personas que puedan donar parte de su tiempo. Es decir, recursos humanos. Pero otras veces necesitamos que un poeta venga hasta la biblioteca, pagarle el traslado hasta el lugar, comprar útiles para los talleres, pagarle a un artista local para que realice un trabajo específico dentro del marco del proyecto que encaramos, etc, etc.

Allí pasamos al cuarto punto: los recursos. Lo que comienza siempre como un pequeño proyecto comunitario – y que no sabemos hacia dónde se expandirá con el tiempo y la participación de la comunidad- es importante que sepamos que tiene un único y efectivo modelo de gestión: la autogestión.

Y qué significa AUTOGESTION. Como su nombre lo indica, significa gestionar los propios recursos acordes a las propias necesidades. Es decir, no esperamos a que alguien venga a preguntarnos si necesitamos dinero para llevar adelante determinado proyecto. Salimos a buscarlo.

Para ello tenemos que saber cuáles son nuestras necesidades, quiénes pueden ser nuestros socios y cómo obtener esos recursos.

Entonces entramos en otra dimensión. Volvemos a mirar a la comunidad, pero con otros ojos. Ya no buscamos quienes son los beneficiarios del proyecto que sentimos necesario, sino que buscamos socios, aliados. Les cuento que a nivel de los grandes proyectos empresariales esto está completamente estudiado y pautado por las estrategias de márketing.

Lo nuestro es pequeño, pero sin embargo requiere de las mismas habilidades: tenemos que lograr –muchas veces sin que promedie dinero- conseguir los recursos que necesitamos por medio de donaciones.

Las librerías del barrio y los materiales que ya no se venden; la sedería del pueblo que tiene tubos de cartón en desuso que nos pueden servir para la fabricación de susurradores; el auto de un vecino para ir a buscar a dos poetas que van a venir a leer poesía una tarde; alguien que prepare las galletitas y el café. Creo que ustedes saben de qué les estoy hablando: solidaridad, voluntariado.

Sin embargo, a veces se necesita dinero. Y es ahí cuando debemos ponernos realmente creativos para ver cómo lo conseguimos. En nuestra experiencia, hemos financiado un festival con la venta de una revista que mandamos a hacer. Es decir: pagamos la impresión, pero al vender la revista recuperamos la inversión y con las utilidades pagamos buena parte de los gastos. En otra ocasión, han sido las remeras. Con la venta, logramos pagar todos los traslados de los 50 poetas que participan del festival. Hay que buscarle la vuelta. Conozco un Festival mexicano cuyo primer aporte fue lo obtenido de un remate de cuadros donados por artistas locales. A veces es una rifa, otras un mini festival musical. Siempre hay formas de reunir recursos cuando lo que requiere el proyecto es dinero.

Pero pasemos al siguiente tema: la COMUNICACIÓN. Eje central de todo proyecto comunitario, sobre todo si tenemos la idea de que sean PARTICIPATIVOS, es decir que la comunidad nos sea meramente espectadora, sino productora en la experiencia que le estamos proponiendo. La comunicación es una aliada imprescindible que hace la diferencia. En que?, se preguntarán ustedes. La comunicación hace la diferencia entre un proyecto casero y un proyecto comunitario. Me refiero a casero cin algo que sucede puertas adentro. Se enteran 10. Se realiza una o dos veces. Se muere de aburrimiento y ahí queda.

Este será un objetivo fundamental. Lo tendremos presente desde el minuto cero de nuestro proyecto. COMUNICARLO. Porque cuando el proyecto sale de la órbita de “lo casero” para integrarse a la comunidad de una manera menos “mediada” por mi propia mano, permite que vaya por el mundo y se haga adulto, por decirlo de una manera que todos entenderemos.

Al presentar mi proyecto en sociedad, al soltarlo, al dejarlo que otros lo miren y se lo apropien, lo interroguen y lo valoren, el proyecto se independiza de la órbita privada y crece hacia lo público.

¿Con qué herramientas contamos para comunicar un proyecto autogestivo, comunitario? Contamos con infinidad de herramientas que ya probaron su utilidad y con otras que aún no fueron inventadas.

Por un lado todo lo relacionado con la web 2.0. Los blogs, las redes sociales. Hoy es impensable plantearse la gestión de un proyecto comunitario sin contar con una página en FB o un blog que recorra el proceso de realización y el intercambio con la comunidad que entraña toda gestión.

Pero hay otras estrategias que aún no fueron inventadas. Y ahí están ustedes y su percepción de agentes culturales. Conocemos experiencias que idearon sus propias formas de comunicación: volantes dentro de los diarios locales, programaciones que iban dentro de los folletos de Avon, esténcils en paredes abandonadas donde se invitaba a un espacio de lectura, volanteo en negocios como la fábrica de pastas un domingo, etc, etc. Hay que animarse a pensar y llevar adelante estas estrategias nuevas de comunicación.

Porque lo que nosotros comunicamos comienza, no automáticamente y en el primer movimiento, sino con el tiempo, a ser escuchado. Si estamos seguros de que lo que proponemos es bueno y necesario, la comunicación es la que nos ayudará a que otros compartan o piensen, o se detengan por un momento en nuestra idea. Sin esa posibilidad, los proyectos suelen quedarse en su endogamia y morir en el intento.

Pero además, la comunicación nos va a permitir crecer. Es así de simple. La comunicación alimenta al proyecto. Alguien se entera de que estamos haciendo determinada actividad y se acerca a sumar su idea. Alguien comenta en nuestro blog y propone llevar la actividad a su escuela, o integrar parte de nuestro proyecto a un programa que está llevando a cabo la intendencia. Es decir, estamos abiertos al mundo, a lo que pueda suceder. Démosle tiempo, seamos constantes y veremos los resultados. Por medio de la comunicación vamos a lograr ampliar nuestra base de interesados. Nos va a permitir dialogar con otros interlocutores: la escuela, el área cultural de nuestra gobernación, los docentes, los artistas locales. 

La comunicación tal como la entendemos en la actualidad requiere de nosotros una cierta predisposición. Y esto implica, muchas veces, cambiar determinados aspectos de nuestras formas de ser. Lo que nos propone la comunicación en la actualidad es crear redes. Por eso, un agente cultural hoy tiene que ser una persona permeable, curiosa, solidaria, abierta a escuchar y a permitir que los otros participen con sus ideas que también entrañan necesidades que debemos cobijar. Que otra persona se nos acerque con su inquietud debe ser para nosotros un indicador de que nuestro proyecto está teniendo esa dinámica. Si nadie se nos acerca, luego de haber comunicado nuestro proyecto, nos debería llamar la atención y pensar en qué estamos fallando.

Y por último, hay que recordar que el objetivo de todo proyecto comunitario debe ser su permanencia y crecimiento en el tiempo. Si nosotros detectamos una necesidad, esa necesidad no se acaba con el tiempo, se modifica, crece o cambia, pero no se termina. 



Sepan que los agentes culturales son personas valiosas para sus comunidades. Que poseen la sensibilidad para estar a la altura de este desafío que entraña el trabajo con lo intangible pero vital que significa el espíritu, la creatividad, la imaginación. Y eso, ya sabemos, es poesía en estado puro. 

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